poema
EL ÚLTIMO ACTO
El último acto
La primera vez de aquel después
me dolió dormir sola y en tu compañía.
Después de muchos después,
las heridas nunca sanaban y siempre escocían.
El día del último después, ya no sentí casi nada.
Solo indiferencia y un cierto alivio;
tenía el alma anestesiada
y mi cuerpo ya no era mío.
Pensé que si moría escaparía.
Ya no tendría que fingir, ni hacer ganas,
no más voces en off,
y no más velas malgastadas.
Fueron horas, días, semanas…
Siempre soñando con una caricia inesperada,
un templado beso o una amable palabra…
Busqué y rebusqué entre mis recuerdos
para hallar de ti un rastro de luz.
Mas nunca encontré nada.
Cada vez que llegabas a casa
siempre me esperaba la misma escena:
tu ausencia, tu ira, tu nada,
tu indiferencia, tu superioridad,
y finalmente, tus patadas.
Raramente alguna vez
te dejaste ver por la calle de mi desconsuelo,
una sombra que se disfraza de remordimiento.
Un buen hombre frente a los focos del escenario
para evitar así mi huida, y tu naufragio…
Pero cada vez de aquel después,
con la bajada del telón,
nunca llegaron flores ni aplausos.
Solo más guiones teñidos de sangre, hierro y llanto,
¡y cuánto dolor en las entrañas!
Quizás esperabas de la crítica grandes ovaciones,
pero nuestro selecto público
agachaba la cabeza,
y haciendo mutis por el foro,
apartaba la mirada.
Mi papel ser tu marioneta.
El escenario, un atrezzo de arrojo y desprecio.
Siempre desnuda y en silencio
desgarrada, por fuera y por dentro.
Cuando me di cuenta, era tarde,
y empecé a contar las cicatrices,
y las patas de la cama.
Todos los “re-cuerdos des-cuadraban”.
Entonces, no bastaron mis palabras
estampadas contra el viento.
Siempre tenías excusas donde ponerte a salvo,
donde encontrar en mí una culpa
y así maquillar de cuestionables
mis desdichas y mis llantos.
Después de aquel último después,
decidí gritar ¡BASTA!.
Cerrando YO el último acto.
Me vestí de orgullo y respeto
para abandonar de una vez
este puto cuento.
Cuando rompiste TODO con el último portazo,
tu furia abrió una grieta en la esfera de silencio.
Comencé a entender que lo peor había pasado,
y que ya no estaba sola.
Ahora podía escapar de aquel infierno helado.
Recoger mis trozos malparados
y salir de allí reptando.
Todavía hoy me asusta tu fantasma,
y las heridas solo duelen
cuando el tiempo cambia.
Estoy segura de que la vida volverá a sorprenderme.
Quizás tropiece con alguien que encienda las luces
que otros apagaron.
Será cuestión de tiempo, será cuestión de fé, será cuestión de sexos…
FIN DEL ÚLTIMO ACTO.