poema
Combustión
Aunque tu mudo silencio me duela
y tapone mis oídos,
aún te pienso, callada y a gritos,
llorando y riendo.
Loca.
Porque dueles como sólo la verdad sabe hacerlo.
Los recuerdos se me clavan en las pupilas
y vuelven a deslumbrarme todas nuestras preguntas.
Y se extiende la hemorragia. Sin frenos.
Sin un remedio para el olvido.
Sin un antídoto para tu eco.
Aprieto entre mis dientes un pañuelo de mentiras,
y me hago un torniquete a destiempo.
«¿Qué día decidimos apagar nuestras risas para encender nuestros miedos?».